Contaba una vez Javier “nosequé”, (el del tomate) cuando hacía aquel programa basura, tan hedihondo como los actuales, que para hacerle un favor a uno de los invitados, podía, (el invitado) darles el nombre de alguien, y ellos, “lo pelaban”. Alma de bondad, el tal Javier.
Considerar como bien propio, lo que no es más que mal ajeno, es monstruoso, propio de monstruos, tarados mentales, pero no tarados por deficiencia, tarados por inclinación a la maldad.
A estos monstruos hemos aceptado como dirigentes de nuestros pensamientos, a través de nuestra inclinación al entretenimiento, al consumo descontrolado de telebasura. Casi toda la televisión, un 95 % siendo generosos, es pura basura, desechable como el vulgar matarratas del fluor y mucho más nociva, pues el fluor, veneno donde los haya, en nimias cantidades el cuerpo humano es capaz de tolerarlas y eliminarlas, o al menos eso nos hacen creer, aunque la actividad mental tienda al aborregamiento, (no en vano Hitler en los países invadidos, una de sus primeras medidas era inyectar fluor en los depósitos de agua potable,) la telebasura es todavía peor, pues la mentira y la maldad se tornan cotidianas, (el hombre es un animal de costumbres, decían los romanos,) y nuestra tolerancia aumenta. Una cantante verbenera, la Cicholina enseñando un pecho en un baile descuidado fue noticia durante meses, allá en los ochentas, la actual ministra de guerra, la Chacón dando directrices a sus generales, “a pecho descubierto” es algo que ya, a casi nadie le importa.
Todo desnudo, bajo mi prespectiva es sano, y todo tapismo, enfermizo, pues lo que se tapa, se hace mayormente por hipocresía y mentira, con ánimo de engañar. Las mentiras piadosas son más escasas que las ranas con pelo, salten, vuelen o sean pasto de culebras. Las mentiras ocultan cosas, y muchas veces, se destapa una teta para tapar una carreta.
“Me subirá la audiencia ($) pelar a este pollo?”
podemos trasladar estas monstruosidades en todos los ámbitos.
Los corresponsales que los amos del mundo tienen en Misrata, para contar al mundo cuán malo es Gadafi, ¡más que Saddam! son aprendices de javier, el del tomate, maricón confeso pero no mártir, aprenden a enfangar sus propios corazones por un plato de lentejas, no por más elevados intereses como Fausto, solo por un puto plato de lentejas.
Vendidos al poder corrupto y corruptor, hombres, mujeres, países, corporaciones, hacen el mal ajeno sin beneficio propio.
Expaña, con su gobierno iluminatti, lleva dando cobertura a los que arrojan bombas radioactivas de uranio al pueblo Libio, con total impunidad o desinformación a los legítimos españoles, reconvertidos hoy en palmeros besaculos de millonarios en calzoncillos, que juegan a la pelota o al escondite, que más dá, mientras los del ejercito por tetas o cojones, les dan a los libios, por delante, o por detrás.