quienes infunden el terror, son terroristas,
desde su sillón y ante su ventana al mundo,
desde su televisión, con su silencio aprueban
los errores de la maquinaria belicista,
permitiendo con sus impuestos, alimentar a la bestia.
Desde su sillón se llaman poetas y filósofos,
dicen ellos que son personas normales,
amas de casa, propia o del vecino,
estudiantes, aprendiendo borreguerías,
parados desocupados mirando futbol,
palmeros del mundo corrupto,
toca palmas a millonarios en calzoncillos,
creyentes de limosna y misa,
sordos a la guerra en Libia,
a la invasión de las ratas
de una tierra rica.
En el horror vivimos todos los días,
errando con nuestras hipocresías,
aceptando las verdades mentiras
que sujetan nuestras cadenas.
Domingueros arrastrando sus miedos
por el mar y las montañas,
jubilados que en sus últimas,
piden paz, para ellos,
sin que les cause vergüenza,
la masacre de otras gentes,
en otros países, en otras razas.
Abanderados sin banderas
ante los propios ejércitos terroristas.
El error es no querer vernos,
menospreciados, burlados, ignorados,
con nuestras posturas aberrantes
de parsimonia ante el dolor ajeno
provocado por nuestra ignominia.
Las horrísonas bombas caen a lo lejos,
en otro corral de otros piensos,
y seguimos sentados en el sillón
pensando en la hipoteca y el banco,
disfrazando que somos esclavos
con el sufrimiento de tantos y tantos.
Zombis con los ojos abiertos,
viviendo con los ojos ciegos,
escondidos en la madriguera
o con la cabeza en la arena,
avestruz ignorando su culo al aire.
Frailes, ministros, cómicos serios,
desconectados de la fuente del amor
y al horror enganchados
como corderos recién degollados
mientra late su corazón
en el gancho vertical descuartizado.
Después vendrán a por nosotros,
las mismas ratas que hoy alentamos.
y sufrirán nuestros vástagos
toda la herencia del horror
que les dejamos.
Terrorista, la palabra lo dice bien claro, y lo somos todos por ignorar o querer ignorar. ¿pero cuál es la solución? Vivimos en el terror de no encontrar trabajo, de perder nuestra casa, de no poder alimentar a nuestra familia. Vale es un terror incruento y egoísta pero por una parte lo entiendo, si hubiera algún medio sería la primera en ponerlo en práctica, estamos atados de pies y manos con nuestra lucha diaria, no es una excusa pero un atenuante que nos hace menos culpables
ResponderEliminarAbrazos. Dominique
Domi, la solución es vencer al terror dentro de nosotros, todos los miedos de hipotecas y familias son las cadenas con las que nos apresan para exprimirnos.
ResponderEliminarNos vencen, porque preferimos vivir esclavos. Somos una sociedad de Ilotas.
Aunque tampoco los espartanos me satisfacen, mucha violencia y poco arte.
A mí, ya poco me disculpa. La lucha es por dentro. Lo externo es casi anecdótico.
jnq
r
Nuestro posicionamiento individual tambien cuenta. No está reñido preocuparse por la hipoteca con ser conscientes del horror que sufren otros y denunciarlo. La palabra siempre es un arma poderosa jinquer, no a corto plazo pero va calando.
ResponderEliminarLo que pasa es que cada vez más gente, pasa de lo que no sea su triste y miserable mapa del mundo sin intentar, al menos, coger fuerza de esa relativa suerte que tenemos, por ejemplo, de no ser ciudadanos libios o yemeníes o de tantos otros lugares donde la vida no vale nada en absoluto.
Besos
Este comentario que acabas de hacer es Pura maravilla, tensión, esfuerzo, lucha_búsqueda, y dirección, capitaneo del propio barco,
ResponderEliminarBravo¡
Abrazos
Candela, tampoco aquí la vida vale mucho. Espera y verás.
ResponderEliminarvarín, nos distraen donde quieren, o más bien nos disllevan, desde el sin objeto de la vida, hasta el sin sentido del vivir.
b7s