Soy guitarra
al viento de tus manos
que me llevan al dios musical
eternamente enamorado.
Vivo en el silencio
siempre esperando,
recordando los ecos
de mi caja sueña-danzas
a los compases de tu vientre.
Soy, guitarra de cerezo,
precoz fruto pasional
con el rojo en el columpio
de mi soledad.
Tengo la pegatina del lutier
en el fondo de mi boca
con sus letras pequeñas
y sus filigranas de luz
dibujando tu nombre.
Soy mástil sin velero
acunado al mar de tus costados
donde todo es puente
para tus cuerdas y clavijas.
Soy, todo lo que fui
en tus abrazos amorosos,
cinco dedos, seis cuerdas
siete varillas, ocho imaginario
por los aros a la quilla
donde tu voz me lleve,
fuera del pentagrama,
con la nota loca
de la redonda fusa,
cuando la clave, eres tú.
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