y abro los ojos apretando los dientes
para clavar en la vida las esperanzas
de que te vas, de que te vienes.
Invento palabras para llamarte
con sonidos nuevos y fecundos
pero se me pierde la mirada
y pasan los días
como pasan los segundos.
No pondré versos en corsé,
no cortaré la punta de sus alas,
no abandono, ni abandonaré.
En el reino galliforme
los vencejos sin pie
caminamos buscando precipicios,
arrastrando las alas sobre el barro
llenas de burlas gallinaceas.
No nacimos para escarbar en el suelo
ni para convivir con las ratas
compartiendo estiércol y pienso.
No somos ni seremos
de jaula ni corral,
¡Qué me sorprenda la muerte en pleno vuelo
con las nubes allá abajo
y el arco terrestre refulgiendo!
Sea el amanecer, el ocaso
u aurora boreal
despidiendo los aplausos
que jalonan en el cielo
lengüetazos a lo abisal.
flor eros |
Pues un buen poema.
ResponderEliminarMuchas gracias, no solo por pensarlo, también por decirlo,
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