Maestras de vida
que saben soplar
con el alma en la herida
con el poder de curar
entre mirada y sonrisa.
Alentadoras de propósitos
que los hombres tienen
enterrados y escondidos.
Y sabes que me sonrojan los halagos
y vienes con el dedo acariciando
con la palma de la mano
para que enfrente los miedos
al rubor de los premios merecidos:
La sonrisa de tus ojos
el frescor de tus suspiros.
tal parece que se te ha cruzado una bella gitana.
ResponderEliminarsaludos.
En las encrucijadas de la vida siempre alguien llega y sopla.
EliminarY la vida sigue, pero el soplo te lo quedas para siempre.
saludos