Iré a buscarte al aeropuerto
con nuevos poemas rondando
espiralando un anillo
entre la tierra y el cielo.
Un círculo flexible que se retuerza
sobre sí mismo hasta conseguir
un punto equidistante
entre las dos lágrimas eternas,
dos gotas de agua
unidas en el equinoccio
maravillosamente distintas:
el infinito analema.
Y cuando el sol se pare
le soplaremos para que vuelva
en la fiesta del solsticio
con el fuego en la montaña.