miércoles, 6 de abril de 2011

balada triste

A Terasu se le fue el amor,
ya no ama, Terasu,
su gente gime y llora,
le manda espejos
a la cueva,
pero ella mira de lejos
las grandes olas,
los ruidos del cielo
el agua y el fuego.

Nadie sabe porque
a Terasu se le fue el amor
y a sus hijos mirar la luz,
de todos los colores de la vida
solo les queda el gris
de las simientes baldías,
de los estériles cementos
y las coronas de espinas.

Con los pies mirando adentro
y las manos  afuera,
el clamor de tantas suplicas
no conmueven a Terasu,
ya no ama Terasu, ya no.
Desde la sombra mira
los ayes de Hirosima
en los rostros del horror,
los otros del Fukushsima
con los horrores del hoy.

Se buscan Okames
en tierras mares o cielos,
se buscan barreños
y stripers sensuales.
Se encuentran gusanos
por todas partes
en paisajes
en canciones
dentro de lo más adentro
en los núcleos originales
donde el dolor es la Ley.

que tristes, los que sin figura
de Godzzila penden,
y los que no tienen besos
ni que dar, ni que les den.
En amarga aventura
quedan camino y  pies


5 comentarios:

  1. bonito y buen poema,ademas nadie les había hecho ninguno que yo sepa, Oyeee....eso del rescate de salvamento maritimo lo tienes que contar eh! eh?

    un saludo

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  2. ¡Que poeta¡, es muy desgarrador cuando lo lees y piensas en todas esas personas que esperan un mañana que no saben cuando llegara, y menos cuando volverán a amar.
    Un abrazo muy fuerte.

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  3. Seguramente, capitan, si les habrán hecho alguno, pero yo tampoco me he enterado. Y lo del rescate, pues ya puestos, haré una entrada nueva y lo contaré.
    Gracias, autoconocimiento, intenté hacer unos juegos de palabras, buscando sonoridades que ofrecieran imágenes mitológicas, Amaterasu, Susanoo, Akame, ... se quedaron algunos importantes en el tintero, pero es lo que salió, tampoco quise meterlos con calzador.

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  4. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  5. Ama Terasu los girasoles,
    flores que se mueven solas
    para mirarla en el cielo,
    que se abren a la vida
    y se cierran a la cueva.
    Sakuya de amor humano,
    palmotea entre los goenjis
    ocho millones de besos
    repartidos en semillas
    negras y amarillas,
    con la esperanza en el verde,
    en las hojas y en la fuerza
    de la planta maravilla.
    jnq

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