martes, 10 de enero de 2012

subir y bajar.

No recuerdo cuál fue el origen de los enfados que llevaron a Zeus o a Hera, no recuerdo ahora, a la irreflexiva conducta de arrojar a Hefaistos del Olimpo. El caso es que de no haber sido por unas cabras, o glándulas mamarias que por allí se ofrecieron, hubiese quedado totalmente esqueletizado, con piel y huesos, porque si bien los dioses son inmortales, del quedarse maltrechos después de semejante golpe, nadie los salva.
Allí, en la profundidad de la gruta, refugio y vivienda, Hefaistos comenzó su curación y venganza. Era, o lo fue a partir de entonces el artífice más artificioso. Inventiva maquinal, tramando conspiraciones sin necesidad de compañeros,él, con sus propios aires, y sus propias manos, construyó una fragua, y en la fragua construyó muchas cosas, pero lo que hoy nos apetece recordar es el sillón que regaló a Hera. Era este sillón de una complejidad tan invisible, que nada hizo sospechar a Hera cuando se sentó en él, que ya no podría levantarse. Y ni pudo levantarse ella, ni pudieron levantarla los demás, nadie. No hubo manera.
Así las cosas, la opción más inteligente fue acudir al hacedor del sillón, el cojitranco y maltrecho que todavía en la oscura caverna se había atrevido a regalar el silloncito de marras a la mamá de todos los olimpicos.
Y allí fue Ares, el prepotente y violento, el de los prontos en el pecho, pendenciero y visitador de alcobas ajenas a subirlo por cojones, a que por cojones liberara a Hera. Subió Ares al Olimpo, solo, solo y sin más compañía que algún chichón de los golpes que le regaló Hefaistos en las nalgas, espalda y cocorota. Malhumorado como de costumbre subió Ares al Olimpo, y no se avergonzó de su fracaso porque es un sinvergüenza inmortal.
Encomendaron la labor entonces a Hermes, el del comercio, el persuasivo, el que compra, vende o intercambia. Que tienes, que necesitas, a que trato llegamos. Pero nada hubo que Hermes tuviera que fuera del gozo o necesidad de Hefaistos. Y ante la innegabilidad del hecho. Hermes se subió solo, sin chichones, pero sin Hefaistos.
Y salíó un voluntario, Dionisos, el gran bebedor, el que bebe en compañía, compañía se buscó, y borracho perdido, a lomos de un burro, Hefaistos llegó. Allí a su mamá querida liberó de las amarras del sillón, y colorín colorado este cuento, hasta aquí llegó.

7 comentarios:

  1. Muy diver tu visión de la familia Zeus, señora e hijo,pues lo tiró su madre por feo, es que la ética en los poderosos ya sabes...Si te gusta este tipo de visión histórica te recomiendo los libros de la historia de los gríegos y de los romanos escritos por Indro Montanelli, una gozada. Abrazos. domi

    ResponderEliminar
  2. Domi, gracias por la recomendación, pero la historia no es griega, es una metáfora enrevesada sobre lanzamientos lejos y de enfados infantiles.
    Todo queda en casa, en esta casa global de sombras y recuerdos que buscamos en los baules, y en otros sitios dispersos.

    abrazoos (de alinimales)
    jnq

    ResponderEliminar
  3. Y lo había interpretado como tal, pero al utilizar estos nombres pensé que esta recomendación no desentonaría Domi

    ResponderEliminar
  4. Domi, a ver si ahora se va a pensar que la llamo fea y empeora.

    ResponderEliminar
  5. Miguel:
    archivo del blog.-enero
    Subir y bajar paulistas, Lola, ni me llamas ni te llamo porque tu dijiste porqu...

    Aún así, le seguiré tirando ripios i piedruscos, diamantes y pétalos de flores, copas de vino y frascos de perfumes, cosas, palabras, y sorpresas varias desde
    http://hueleadespertar.blogspot.com/2012/01/lola.html

    ResponderEliminar
  6. Todas las jugadas, querido amigo, valen para salirse de la simulación, siempre y cuando sean genuinas. La de Lola puede que lo sea. Puede que le esté produciendo la onda para salirse, puede que esté saliendo o haya salido ya. Puede que esté observando, puede que inspire de esa forma o de mil distintas. Si son genuinas, estará dónde la MilPelos prestó sus momentos cambiantes.

    La repetición, querido amigo. Si no se produce, ya es buena señal.

    Abrazotes, espirales, invisibilité

    Miguel

    ResponderEliminar