sábado, 29 de diciembre de 2012

El punto y las Comillas.



Tradicionalmente, y por referencias cervantinas, el punto se pone después de las Comillas “en dirección a Santiago, (el compostelano) en las dunas de Oyambre”. Pero cuando nos hicimos europeos, observando que franceses, ingleses y alemanes hacían lo contrario, empezamos a tener nuestras dudas, y a día de hoy, nadie está seguro de nada. Todo son leyes, normas, exclusiones, excepciones a una norma pero no a otra, de aquí, de allá, acaban convirtiéndose en una diarrea puntual que se deja caer “según donde le pilla”.
Las dunas de Oyambre, (sin haches, con haches, "hoy hambre") son más que un punto, un puntazo, y Comillas tiene en su capricho de Gaudí, más beneplácito popular que en sus edificios papales; del Papa, pontificios.
Si las comas se arrastran, 
siempre por detrás
las comillas en lo alto,
al principio y al final.
El punto da mucho juego,
sube para preguntar
y se baja con la pregunta,
se sube para admirar
y se baja una vez visto,
si se dobla horizontal
hace sonora la “U”
y es imprescindible al final.
Encima de la coma
es pausa de tranquilidad
y encima de si mismo,
atención: que voy a hablar.
El punto es seguido o aparte,
y es lo más natural
en los buenos cocineros
y en la gente puntual.
Os agradezco la visita,
no os vayáis sin puntuar.

Oyambre, Comillas.

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