¡¡¡¡¡¡¡¡¡ME CAGO EN LA PUTA REPÚBLICA DE LOS COJONES!!!!!!!!
Aclarando después de lavar. En esta nueva etiqueta, voy a recordar algunos hechos y noticias olvidados, u "olvidados".
En la llamada II República Española, el ministro, senador o diputado por el PSOE Indalecio Prieto, no solo se paseaba por el hemiciclo con el revolver al cinto, abriendo ligeramente la chaqueta para hacer ostentación intimidatoria de manera habitual, no solo eso, también sacaba y apuntaba con el arma a sus oponentes si el momento lo requería, aunque,
"El Sr. Prieto explica lo ocurrido, diciendo que un diputado socialista fue agredido.Si es cierto que sacó la pistola, es lo cierto que fue por haber visto otra pistola enfrente".
En el año 1934, Indalecio Prieto estaba traficando con armas para la revolución de Asturias, aunque las armas ya las habían comprado en el año 1932 a través de un depósito señal realizado por un testaferro.
Relataría su intervención durante el desembarco de las armas en la playa de Aguilar.
«Cuando llegamos a la orilla del Nalón, cerca del puente por el que lo cruza la carretera, habían sido ya cargados varios camiones que, a máxima velocidad, iban hacia hórreos y trojes, donde quedarían escondidos fusiles y cartuchos. Aún quedaban muchas cajas sin transportar...........
Aquella revolución causó más de mil muertos, mas de dos mil heridos, la pérdida de cien mil volúmenes de la biblioteca. de Oviedo, muchos de ellos incunables y los 15 millones de pesetas del banco asturiano de Oviedo, que sacaron tras dinamitar la caja fuerte y sus empleados.
«Me declaro culpable ante mi conciencia, ante el Partido Socialista y ante España entera, de mi participación en aquel movimiento revolucionario [de octubre de 1934]. Lo declaro, como culpa, como pecado, no como gloria. Estoy exento de responsabilidad en la génesis de aquel movimiento, pero la tengo plena en su preparación y desarrollo. Por mandato de la minoría socialista, hube yo de anunciarlo sin rebozo desde mi escaño del Parlamento. Por indicaciones, hube de trazar en el Teatro Pardiñas, el 3 de febrero de 1934, en una conferencia que organizó la Juventud Socialista, lo que creí que debía ser el programa del movimiento. Y yo –algunos que me están escuchando desde muy cerca, saben a qué me refiero– acepté misiones que rehuyeron otros, porque tras ellas asomaba, no sólo el riesgo de perder la libertad, sino el más doloroso de perder la honra. Sin embargo las asumí».
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