Se nace a
los setenta
y como los
gatos
quedan siete
años de luz
antes del
merecido reposo.
El fuego sin
el humo
proyecta los
calores,
y canaliza
relaciones
hacia el
futuro mejor.
A los
setenta se sigue,
bebiendo del
Grial
con la compañía
mortal
de los
amigos inmortales.
Cuando es
joven la mirada
los ojos son
experiencia
de fracasos
y de aciertos,
de errores,
decisiones,
de victorias
al barlovento
que vuelan y
se alejan
expandiendo
los sentimientos.
Se comparte
sin usura,
no hay en
las nubes vejez,
la lluvia es
otra cosa,
es ir dando
regalos
porque el
cielo no guarda,
solo se deja
llevar.
¿Dónde van a parar los inmortales ratos pasados con dichas compañías?
ResponderEliminarViven en las nubes, junto a miles de millones, y aún hay sitio para más, para todo lo inmortal durante toda la eternidad.
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