jueves, 19 de febrero de 2015

V.A.

Me quedo solo,
mis hijos no me quieren,
mi mujer se va.
Me quedan los años Leteos,
en donde todo  se olvida
camino a ninguna parte,
o quizás a otra vida.
Yo, que trabajé tan duro
y me creí un triunfador,
me quedo solo,
Me desangré por ellos,
para darles todo,
pero algo salió mal.
Mi prepotente orgullo,
aquellos felices años
de los niños-bebes en brazos,
y los otros amargos
de cada cual a sus vivires.
Si mi mujer se va,
esos años Leteos que quedan
serán de lágrimas de olvidar.
Pues moriré de pie,
como los árboles de Casona,
o los budas gigantes en Afganistán.
Suplicaría perdón si me lo fueran a dar,
pero no quiero limosnas
de pedigüeño bajo las puertas
en la .Iglesia del Más Allá.

6 comentarios:

  1. Muy triste tu poema, Rafa, pero no por ello menos bonito.

    Un beso.

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    1. Cierto que es triste, y más triste aún cuando no hay voluntad de cambio, cuando, de haberla, la felicidad aún sería posible.

      b7s

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  2. muchas personas de la tercera edad harían suyas estas palabras y lo firmarían.

    saludos.

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    1. No sé si muchas, no sé si ni siquiera la protagonista del poema lo firmaría, es muy difícil ayudar a quien no se deja.

      saludos

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  3. Respuestas
    1. La grandeza de la empatía, es que puedes ser quien tu quieras, pero la voluntad se acerca más a quien lo necesita que a quien te reportaría mayor placer.
      El placer de ayudar está poco valorado en el infierno.

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