Del uniforme juvenil
con pantalón de campana
Al uniforme actual
de los pantalones rotos
Han pasado cuarenta años
llenos de ciclos dirigidos
a dar vueltas a la noria
con las anteojeras puestas.
Y seguimos sin ver lo ridículo
las modas que encadenan.
La libertad era elegir el color,
la tela de pana o tergal.
La libertad es elegir el roto,
en rodilla, muslo, o nalga.
Y no aprendemos nada ,
solo perseguimos zanahorias
sin ver la mano titiritera.
Y cada amor es el último
y cada desamor pasajero.
Cada hola es para siempre
cada adiós solo hasta luego.
Y nos creemos mejores
pero nadie mejor que otro.
Hay mucha verdad en tu poema. La foto del árbol con la cadena es muy original.
ResponderEliminarfrente al Rusty Pelican, con estupendas vistas hacia Miami.
ResponderEliminarbesos