sábado, 11 de diciembre de 2010

te echo de menos

Te echo de menos, es un hecho. Lo grandioso lleva hache, pero cuando no lo quieres, se le evapora.
Pero te echo de menos, y sí, lo quiero. No es un “echo” de arrojar fuera, es más bien de desear dentro.
El mundo de los hechos amontona haches, que se escriben, pues las palabras se las lleva el viento,
no tienen hache que las lastre, ni peso en papel, mientras viven negro-azul en el tintero.
Pero cuando se agarran a legajo o cachiporra, son garrapata de Ley y verdugo del pensamiento.
Pues eso, es tarde, tardísimo, es tiempo de velar, y quién sabe si de desvelar tapismos.
Se nos va el tiempo, a galope tendido, siempre nos pareció que trotaría a esta edad, a este tiempo.
Con mayúsculas quizá, Edad y Tiempo, serían más benignos con las canas, o quizá menos.
Menos es un hecho, y tal vez más también lo sea, pero sí, hay que aceptarlo, te echo de menos.
Cuando hacer es echar del cielo o del infierno, y el “yo echo” es hacia fuera o hacia adentro
hay un juego al escondite de haches parlanchinas  que callan y “no haches” mudas que hablan.
Todo se complica. Ir con la mente a perseguir pajaritos y ver manos vacías de plumas y alas.
Cuando dices “te quiero” todas las letras bailan bajo la lluvia escribiendo para videntes o ciegos,
con golpeteo de tambor en  suelos y ramas, baldes medio llenos, o pieles recién mojadas.

1 comentario:

  1. Aceptemos el hecho por lo menos:
    no son fantasías las nubes cuadradas,
    ni conspiración tu ausencia retardada,
    aceptemos que te echo de menos.
    Le dicen melancolía los más buenos
    y depresión de apatías sucidadas
    en parques con lagos y cascada
    los otros tristes, igual de buenos.
    En el instante nace el hecho
    y en si mismo se devora,
    si luego después se regurgita,
    ahí tienes a un Zeus satisfecho
    y Cronos que sin Olimpo mora
    a la busqueda de Kairos invita.

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