jueves, 25 de agosto de 2011


Así lo hicimos II

Después de muchos tiras y aflojas, nos decidimos: era un riesgo mundial, pero la estrategia consistiría en más miedo que hechos reales.
Empezamos, para ir calentando motores, con el amago de un par de envenenamientos masivos en España. Uno en el norte y otro en el sur. El que fuera tan fácil envenenar alimentos sólidos o líquidos era una amenaza mucho mayor que los terremotos o las vacunas. El acceso a lugares de distribución de agua potable era francamente sencillo, trabajos realizados por mileuristas, en un estado donde la corrupción era moneda de cambio, y los corruptos campaban por todas partes, sin darse cuenta de que la cantidad que se sisara no importaba, el hecho era la comisión corrupta por doquier.
Aquellas alteraciones de la potabilidad en las aguas no buscaban miles o millones de muertes repentinas. Solo era asustar a quienes ya vivían en un miedo continuo.
Libia era un caso aparte. Nunca se rindieron a la evidencia de su pequeñez, con apenas 5 millones de habitantes, no podíamos permitirnos el lujo de perdonar.
El problema era la inmensidad de agua en su depósito 12.000km cúbicos. La cantidad de veneno necesario iba a ser descomunal. Pero sin agua, los seres humanos duran poco. En la 2ª guerra mundial, Eisenhower, pudo liquidar a 500.000 soldados alemanes (la quinta del biberón y los abuelotes pasados de quinta) en apenas una semana y sin disparar un tiro, se murieron solos, de sed. Luego lo hicimos presidente de EE.UU, que menos.
Libia se había convertido en una espinita. No se rendían y en aquellas condiciones la única opción era eliminarlos. Destruir el acueducto era una jugada menor, que los volvería coléricos, pero no con el recelo que necesitábamos para minar su voluntad.
Los estudios certificaron que el depósito era seguro, que no habría fugas, que solo con sellarlo y olvidarnos de él sería suficiente. Nunca quisimos contaminar toda el agua del planeta.

Montaje de los restos en papel del mensaje en una botella hallada en 


2 comentarios:

  1. Cuanto daño, cuanto mal y cuanta hipocresía, me duele todo el dolor y en cada bocanada me quema por dentro, que por mucho que imagine lo peor, siempre es mucho peor de lo meditado. "Es lo que tiene el exceso se sensibilidad"...

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  2. Nika, no quería ser vocero asustador, quizá el único miedoso soy yo.

    B♫¶♫s

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