Yo elijo el final.
Adiós, hermanos, que os arrastráis hasta el terminar, no como río que llega al mar, os arrastráis con vana esperanza de inmortalidad, os engañáis, preferís que el destino os ponga el fin.
Adiós hermanos, seré yo quien escriba mi propio punto y final. No me engaña más el novelista haciéndome personaje secundario dentro de mi propia historia.
Acusadme de hereje, creyentes de pacotilla, quemad mi recuerdo en vuestras vanas hogueras.
Yo soy. Mis confites de colorines, mi trueno, mi tormenta, mi Dios.
VIGALONDO, diez años después.
Con un par, maestro
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