Insistiendo una vez más.
Antes los ricos, en su pavoneo rimbombante, acudían a diversas fiestas benéficas, donde se hartaban de jamón de jabugo y de langosta de mar, ( no de las que comía el San Juan Bautista, que eso eran grillos gordos, un insecto ortóptero de la familia de los acrídidos, no, esos no, me refiero al crustáceo marino. Los ricos, en esas cenas, mientras pactaban o rompían pactos, recolectaban para dar de comer a los pobres sopas de pollo o cerdo con pan duro de varios días, semanas o meses.
El principal problema era la escasa cantidad de ricos comedores de langosta, con lo cual, si bien las risas sonaban desde lo alto, eran escasamente compartidas. Eso fue solucionable en el siglo XXI con los pantalones rotos. Los pantalones rotos, ofrecen la oportunidad de dar a la clase media, o a la clase medio rica, o a la que no tiene que pedir la mitad de la ricura, el poder burlarse de aquellos otros que no llegan, no llegan, no llegan.
Ayer vi a un albañil en un portal, dando indicaciones al camión que iba a descargar los materiales, con los pantalones rotos. Pero n o eran un roto de diseño, ni un roto quinceañero ni un roto de cuarentoñera, eran un roto de albañil, y de lejos, de lejos se veía que aquello era ridículo. Eran unos pantalones rotos por el trabajo, no unos pantalones rotos de fábrica, y pensé en el pobre albañil, y luego en el albañil pobre, y luego en mí, y luego en los ricos de jabugo y langosta.
Y hoy escribo, en nombre de todos los tontoculos/as que se burlan de sus hermanos/as más pobres sin pensar en como sus hermanos/as más ricos se burlan de ellos.
Y lo malo no es criticar el artisteo, lo peor es tener razón, porque la inmensa mayoría de población zombificada no se plantea ni lo más mínimo, ni lo mínimo ni lo máximo.
Si el sol tiene la luz amarilla y la luna la tiene blanca, el efecto purkinje no aclara nada. El reflejo de las cosas depende de la luz que reciben y no de su naturaleza opaca.
Blanco y en botella.
martes, 20 de septiembre de 2016
torpedo número no me acuerdo
Insistiendo una vez más.
Antes los ricos, en su pavoneo rimbombante, acudían a diversas fiestas benéficas, donde se hartaban de jamón de jabugo y de langosta de mar, ( no de las que comía el San Juan Bautista, que eso eran grillos gordos, un insecto ortóptero de la familia de los acrídidos, no, esos no, me refiero al crustáceo marino. Los ricos, en esas cenas, mientras pactaban o rompían pactos, recolectaban para dar de comer a los pobres sopas de pollo o cerdo con pan duro de varios días, semanas o meses.
El principal problema era la escasa cantidad de ricos comedores de langosta, con lo cual, si bien las risas sonaban desde lo alto, eran escasamente compartidas. Eso fue solucionable en el siglo XXI con los pantalones rotos. Los pantalones rotos, ofrecen la oportunidad de dar a la clase media, o a la clase medio rica, o a la que no tiene que pedir la mitad de la ricura, el poder burlarse de aquellos otros que no llegan, no llegan, no llegan.
Ayer vi a un albañil en un portal, dando indicaciones al camión que iba a descargar los materiales, con los pantalones rotos. Pero n o eran un roto de diseño, ni un roto quinceañero ni un roto de cuarentoñera, eran un roto de albañil, y de lejos, de lejos se veía que aquello era ridículo. Eran unos pantalones rotos por el trabajo, no unos pantalones rotos de fábrica, y pensé en el pobre albañil, y luego en el albañil pobre, y luego en mí, y luego en los ricos de jabugo y langosta.
Y hoy escribo, en nombre de todos los tontoculos/as que se burlan de sus hermanos/as más pobres sin pensar en como sus hermanos/as más ricos se burlan de ellos.
Y lo malo no es criticar el artisteo, lo peor es tener razón, porque la inmensa mayoría de población zombificada no se plantea ni lo más mínimo, ni lo mínimo ni lo máximo.
Si el sol tiene la luz amarilla y la luna la tiene blanca, el efecto purkinje no aclara nada. El reflejo de las cosas depende de la luz que reciben y no de su naturaleza opaca.
Blanco y en botella.
Antes los ricos, en su pavoneo rimbombante, acudían a diversas fiestas benéficas, donde se hartaban de jamón de jabugo y de langosta de mar, ( no de las que comía el San Juan Bautista, que eso eran grillos gordos, un insecto ortóptero de la familia de los acrídidos, no, esos no, me refiero al crustáceo marino. Los ricos, en esas cenas, mientras pactaban o rompían pactos, recolectaban para dar de comer a los pobres sopas de pollo o cerdo con pan duro de varios días, semanas o meses.
El principal problema era la escasa cantidad de ricos comedores de langosta, con lo cual, si bien las risas sonaban desde lo alto, eran escasamente compartidas. Eso fue solucionable en el siglo XXI con los pantalones rotos. Los pantalones rotos, ofrecen la oportunidad de dar a la clase media, o a la clase medio rica, o a la que no tiene que pedir la mitad de la ricura, el poder burlarse de aquellos otros que no llegan, no llegan, no llegan.
Ayer vi a un albañil en un portal, dando indicaciones al camión que iba a descargar los materiales, con los pantalones rotos. Pero n o eran un roto de diseño, ni un roto quinceañero ni un roto de cuarentoñera, eran un roto de albañil, y de lejos, de lejos se veía que aquello era ridículo. Eran unos pantalones rotos por el trabajo, no unos pantalones rotos de fábrica, y pensé en el pobre albañil, y luego en el albañil pobre, y luego en mí, y luego en los ricos de jabugo y langosta.
Y hoy escribo, en nombre de todos los tontoculos/as que se burlan de sus hermanos/as más pobres sin pensar en como sus hermanos/as más ricos se burlan de ellos.
Y lo malo no es criticar el artisteo, lo peor es tener razón, porque la inmensa mayoría de población zombificada no se plantea ni lo más mínimo, ni lo mínimo ni lo máximo.
Si el sol tiene la luz amarilla y la luna la tiene blanca, el efecto purkinje no aclara nada. El reflejo de las cosas depende de la luz que reciben y no de su naturaleza opaca.
Blanco y en botella.
domingo, 4 de septiembre de 2016
Jaime
Tres cuartos de cien:
El primero de crecer,
el segundo de aprender,
el tercero para dar.
Tuvo su flor de grandes ojos
como rosa de principito
que nunca se fue.
Tuvo sus planetas pequeños
con sus seres universos
y el volar.
Feliz cumple Jaime
que el tener es presente
cargado de futuros
en la magia de muchos ojos
que hoy te aplaudirán.
Jaime
Tres cuartos de cien:
El primero de crecer,
el segundo de aprender,
el tercero para dar.
Tuvo su flor de grandes ojos
como rosa de principito
que nunca se fue.
Tuvo sus planetas pequeños
con sus seres universos
y el volar.
Feliz cumple Jaime
que el tener es presente
cargado de futuros
en la magia de muchos ojos
que hoy te aplaudirán.
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