maestras de vida
que saben soplarnos
con el alma en la herida
con el poder de curar
entre mirada y sonrisa.
Alentadoras de propósitos
que los hombres tienen
enterrados y escondidos
Y sabes que me sonrojan los halagos
y vienes con el dedo acariciando
con la palma de la mano
para que enfrente los miedos
al rubor de los premios merecidos.
La sonrisa de tus ojos
el frescor de tus suspiros
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