Vivo en tus desiertos
y asciendo por las sendas
de tu soledad.
Troto y husmeo
la forma de tu huella
sobre tierra o alquitrán,
y mordisqueo las hierbas
por si se pudieran curar
esta ansia infinita
de inmortalidad.
Estás en el aire,
en la boira de Boreas,
el de raptos de amores
que se van al Olimpo
para vivir la eternidad.
Estas en los libros,
y aunque te llamas igual,
ellos te llaman distinto,
sean Cervantes o Dante,
seas Marcela o Beatriz,
eres el constante femenino
en el querer, o el sufrir.
(Marcela era una ricachona
disfrazada de pastora,
de quien todos se enamoraban
y a quien ella decía: "A mí, plin!
Cervantes, en justo homenaje,
le reconoce libertad.
Yo, que soy nadie,
y ni Ambrosio me quiero llamar,
te escribo con lágrima y limón
mis amores invisibles
con sus garfios de pasión.)
Precioso !
ResponderEliminarcon la varita de inspiración has vuelto a ser tocado.. mi corazón se alegra
Besos
Gracias, las musas vienen y van,
Eliminaro quizá siempre están
en el pecho del poeta,
que las pueda sacar.
besos
Cuando las palabras tocan la fibra del alma, se está más cerca del Edén. Felicidades.
ResponderEliminarLos ojos que leen hacen magia,
Eliminarlas manos que escriben la buscan,
y si a veces la encuentran,
es en los ojos del buen mirar.
b7s
Fantástica oda al eterno femenino en todos, a esa guía del corazón y de la intuición en las personas.
ResponderEliminarSaludos.
Agradecido por tu tiempo, por tu aportación, por tu saludo.
EliminarUn abrazo
Desterrado , quizá, a ojos de todos a vivir de un sueño infinito y confuso... Anclado, para un alma que ha dejado que sus raices arraiguen en esa esencia..
ResponderEliminarSer un sin tierra para tener el cielo tampoco parece un despropósito, de hecho, infinidad de seres lo llevan intentando desde el origen de los tiempos.
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