La voz interior

Federico perdió las tijeras de podar un jueves a medio día, después de cortar unas rosas.
No las encontró el viernes, ni el sábado ni el domingo, día en que hicieron realmente falta, ahí decidió ser metódico, repasando que cosas hizo el jueves después de cortar las rosas.
Paso a paso repitió todos los puntos posibles, todos los lugares en donde las manos pudieron dejar las tijeras de forma provisional. Repasó si el gato o el perro, se acercaron reclamando juegos o caricias, haciéndole abandonar las tijeras en algún punto fuera de lo normal, pero la dichosa herramienta no apareció.
Así las cosas, le vino a la mente el truco de san Cucufato, ideal para encontrar cosas perdidas, y ni corto ni perezoso, lo puso en práctica diciendo en voz alta:
 "San Cucufato, San Cucufato, los cojones te ato y hasta que no encuentre las tijeras, no te los desato".
Pero, en el estado alterado de ánimo en que se encontraba añadió: " me cago en tu puta mare" (mare es la traducción de madre, en Valenciano antiguo o moderno. Es un término ya utilizado antes de que Jaime I llegase por estas tierras en plan de conquista. Una lengua a la que Jaime I le dió honores para seguir siendo utilizada Utilizada después por el siglo de oro valenciano que tanto ensalzó D. Miguel de Cervantes. Los catalanes, que en aquella época - la de Jaime I conquistando Valencia - eran súbditos franceses, y lo seguirían siendo treinta años más, hasta que Jaime I hiciera el trueque de sus tierras de Montpellier detrás de los pirineos, por estas barceloníes de más acá de la cadena pirenaica, los catalanes, recupero el inciso, hablaban una especie de lemusin con tintes gabachos,)
 Y ahí es donde salió la voz interior, una voz interior que dijo;
 "eso sobraba".
Si, se refería a mentarle a la madre al Cucufato, no al texto aclaratorio de "mare"

Pese a todo, unas semanas más tarde, las tijeras aparecieron.